AHORA YA TOCA……….

Como decía mi abuela “nos acordamos de Santa Barbara cuando truena”. Estamos inmersos en un mundo de expectativas y muchas veces elegimos ser cautivos de las mismas.

La relación que existe entre las expectativas y ser víctimas de los acontecimientos es un ecuación que nos lleva, casi de manera constante, al resentimiento  y a la habilidad de echar la culpa al exterior.

Cuando los más jóvenes se incorporan al mundo profesional “sueñan con una caja de expectativas y un bidón de motivaciones”, o lo que es lo mismo, piensan que por el hecho de haber conseguido una titulación universitaria, haber realizado un máster en una prestigiosa escuela de negocios y hablar correctamente, como mínimo un idioma no materno, tienen que cumplirse sus expectativas.

Claro que las expectativas, definidas como la esperanza o posibilidad de conseguir una cosa, son algo que se mueven en nuestro interior, que si no ven la luz y no se las acompaña de actuaciones, poco o nada se va a conseguir.

Por el hecho de tenerlas no significa que se cumplan. A las mismas hay que añadirlas, como a las ensaladas, algo de aliño.

En muchos casos,  las expectativas se quedan en nuestro interior y confiamos en que nuestros interlocutores actúen como Houdini , adivinándolas y satisfaciéndolas para mayor deleite de nuestro ego.

Si esto no ocurre entramos en el terreno de la culpa-(h)abilidad, o habilidad de echar la culpa a los demás, que por desconocimiento  no cumplieron con nuestros deseos.

Podemos seguir navegando toda nuestra vida en estos terrenos y así llegaremos a convertir nuestro “bidón de motivaciones” en un “contenedor de frustraciones”, o, por el contrario, tomar las riendas  y la iniciativa y actuar con nuestras expectativas.

Si queremos evitar el sentirnos frustrados y constantemente reprochar a los demás nuestras insatisfacciones, debemos manifestar claramente cuáles son nuestras expectativas.

Ahora ya toca elegir cómo queremos afrontar nuestras expectativas.

Ahora ya toca ponernos en acción y exteriorizar las expectativas a través de peticiones y declaraciones.

Ahora ya toca iniciar los procesos y  buscar resultados.

Ahora ya toca sentar prioridades para desarrollar nuestras expectativas.

Ahora ya toca adquirir compromisos con lo que pensamos.

Ahora ya toca ser coherentes con cómo pensamos en relación con cómo actuamos.

Ahora ya toca actuar con responsabilidad, o lo que es igual, en sentirnos capaces de dar respuestas, en pedir, en ofrecer, en reclamar, en escuchar o en discutir.

Ahora ya toca ser conscientes de la necesidad de exteriorizar nuestras expectativas y pasar del pensamiento a la acción, y todo ello es posible creando el hábito y siendo disciplinados con nosotros mismos.

Lo importante es decidir si quieres ser timonel o pasajero de tu destino.

Quizá, de esta manera, la próxima vez no habrá que esperar a que truene para acordarnos de Santa Bárbara.

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