¿QUIEN CONTROLA AL CONTROLADOR?

Hace unos meses, salta la noticia a los medios de comunicación: “Los astronómicos salarios de los controladores aéreos”. Prensa, radio, televisión, la noticia inunda todos los medios y con ellos aparece la indignación de los ciudadanos de a pie. ¿Cómo es posible que un controlador aéreo supere con creces el salario de muchos directivos de primera línea de grandes empresas?.

No es mi intención entrar a analizar el conflicto en su vertiente salarial.  Al respecto simplemente haré dos comentarios:

  • Desde hace muchos, muchos años, en España, los salarios se pactan en los convenios colectivos, es decir, los representantes de la empresa y los representantes legales de los trabajadores llegan a un acuerdo y fijan cuales son los salarios vigentes para un periodo determinado. Si los salarios pactados son una barbaridad, es culpa de las dos partes, consecuentemente no vale que una de ellas, en este caso el Ministro de Fomento, se rasgue las vestiduras. Ha firmado ese convenio, ha prestado su conformidad con esos salarios y le afecta tanto a él como a los controladores.
  • Si lo que quiere el Ministro es reconducir la situación salarial de los controladores, ha elegido el peor camino: la confrontación, echándoles encima a toda la opinión pública. Puesto que esas condiciones salariales han sido acordadas en el ámbito de la negociación colectiva, es ahí en donde debe resolverse la situación.

Siembra vientos y recogerás tempestades. El conflicto ya está aquí y, como siempre, somos los ciudadanos los que pagamos el pato. Sin tener ni arte ni parte, el ciudadano es el que sufre, y mucho, las consecuencias de la pésima gestión de esta situación. El Ministro le ha dado una patada a los controladores en el culo de los ciudadanos.

Cuando una parte se siente atacada, con razón o sin ella, la consecuencia inmediata es que responda a la agresión, es de libro. Eso es exactamente lo que está ocurriendo en estos momentos y, el Ministro mirando a las musarañas, como si esto no fuera previsible.

No entro a prejuzgar si las bajas por Incapacidad Transitoria que se han producido en estos días en un significativo número de controladores obedecen o no a causas estrictamente médicas. Lo que sí me ha llamado poderosamente la atención han sido las declaraciones realizadas por distintos representantes del Ministerio de Fomento diciendo que van a ordenar una investigación para analizar cuál es el trasfondo de ese importante número de bajas.

¡Vaya, hombre!, llevamos décadas sabiendo, porque hay indicios más que racionales, que no todas las bajas por Incapacidad Temporal que se producen en nuestras empresas coinciden con un cuadro médico que realmente incapacite a la persona para desarrollar su trabajo y, ahora, precisamente ahora, cuando le ha explotado al Ministro en la cara el conflicto (algo absolutamente previsible), ahora hay motivos para investigar si las bajas son reales o fingidas. Ahora, y no antes, hay que controlar al controlador.

Durante todo ese enorme periodo de tiempo, los poderes públicos no han hecho absolutamente nada por solucionar una situación que nos ha costado, y nos sigue costando, a todos los contribuyentes ingentes cantidades de dinero.

¿Por qué no lo han hecho antes?. Por lo de siempre, porque, lamentablemente, la mayoría de los políticos se mueven de cara a la galería y con fines electoralistas, no en defensa de los intereses reales de los ciudadanos.

Todo apunta a que, tristemente, nos veremos “tirados” en cualquier aeropuerto el día que comencemos nuestras ansiadas y merecidas vacaciones. ¡Bonita manera de iniciar el descanso estival!.

3 thoughts on “¿QUIEN CONTROLA AL CONTROLADOR?”

  1. El establecimiento de los salarios en ocasiones parece un tema demasiado arbitrario el cual es elegido por algunos pocos, pero si reflexionamos en lo que significa que todos los trabajadores o los representantes de ellos traten de ponerse de acuerdo, imagínense la confusión que se puede armar. Sólo reflexiónenlo, por favor.

  2. José Ignacio, tienes toda la razón de este mundo. Esta situación (junto con las de otros colectivos “privilegiados”) se ha generado por que alguien ha querido que se genere. A pesar de que mi madre me decía que: “Don Preciso se murió hace mucho tiempo”, no se han tomado medidas para evitar la generación y el crecimiento de unos colectivos que se aprovechan de ser los únicos iniciados que saben hacer la “O” con un canuto (y no me estoy refiriendo a los canutos fumables).
    No soy ningún experto en la materia, pero me sorprende que este tipo de colectivos utilicen mucha “high tech” y luego tengan que recurrir a una serie de regletas de plástico, puestas en orden de prelación, (y movidaws manualmente) para saber cual es el avión que tiene qie aterrizar en cada momento. POr lo menos, esa es la imagen que nos transmiten los programas televisivos.
    Respecto al “stress”, deberían hacérselo mirar antes de acabar como el personaje que interpretaba Billy Bob Thorton, en una memorable película sobre los controladores aéreos.
    ¡Un auténtico despropósito!
    Lo dicho: Hemos creado unos seres “imprescindibles” a base de pura negligencia.
    Saludos.
    José Vera.

  3. Está claro que al final siempre pagamos los mismos la neglicencia de otros, y cuando tomamos con la administración pública estamos perdidos.

    Este conflicto que presenta José Ignacio me hace pensar sobre otro también muy reciente que pagamos todos los madrileños y no en las alturas, sino bajo tierra: la huelga general de Metro. Este colectivo firmó su convenio laboral a finales del 2009 con la misma persona que poco después decidió bajar su salario un 5% porque sí. Hay que recordar que los trabajadores de Metro no son funcionarios. En estos casos no son sueldos astronómicos y las condiciones laborales son peores (8 horas seguidas conduciendo un tren bajo tierra sin ver la luz del sol no resulta agradable para nadie), pero los ciudadanos pagamos, una vez más, los caprichos de dirigentes que firman convenios de los que luego se retractan porque sí… llamesmóles ¿fines electoralistas? Puede ser.

    Si trasladamos esto al mundo de la empresa y a la gestión de personas, el problema que se plantea es hasta qué punto los empleados tienen que ‘pagar el pato’ de la mala gestión de sus jefes. Porque son los profesionales y, en muchos casos, los mandos los que ‘pagan el pato’ de una mala gestión. Habría que hacer un profundo análisis del ‘quién tiene la culpa’ antes de tirar por el camino más fácil, sin dar ningún tipo de explicación.

    Porque, como dice José Ignacio, “la mayoría de los políticos se mueven de cara a la galería y con fines electoralistas, no en defensa de los intereses reales de los ciudadanos”. Lo mismo cabría decir de muchos empresarios, si me lo permitís: “La mayoría de los empresarios se mueven de cara a la galería y con fines electoralistas (están amarrados a su puesto), no en defensa de los intereses reales de los empleados y de y la empresa”. En fin.

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