Dos hombres y un destino

Pasada la resaca del mundial, donde la pasión y el coraje de la antigua furia española, hoy la roja, nos ha hecho olvidar la crisis, la incertidumbre, la subida del iva y tantos otros recuerdos de que se iniciaba el verano, volvemos a la realidad de nuestras vidas, tenemos debate sobre el estado de la Nación, el ipc, las vacaciones, ……

Que nos queda ahora para poder disfrutar y ver como las gesta de los héroes deportivos se pueden trasladar a nuestros quehaceres personales y profesionales, pues señoras y señores tenemos el “Tour de Francia”.

Todavía está en nuestra retina las gestas de los héroes solitarios como Indurain o Lance Armstrong, pero ahora tenemos a dos hombres y un destino, emulando las andanzas de Butch Cassidy y Sundance Kid, están el español Contador y el Luxemburgués Schleck.

Ambos  tienen que escapar de sus perseguidores y los dos tienen un objetivo vestir el maillot jaune a su llegada a los Campos Elíseos.

Son humanos, son personas como nosotros, pero tienen un objetivo y  están comprometidos con él.

Hablemos de la importancia de estar comprometidos con nuestro objetivo, muchas veces nos encontramos con profesionales que cumplen adecuadamente la función que se les exige, pero que realmente no sienten el compromiso con el mismo y por tanto no deja de ser algo transitorio el hacer que tienen encomendado.

En algunos casos el compromiso se mantiene por la expectativa de reconocimiento y de recompensa, en otros por buscar el apoyo de la organización en la que se trabaja y en algunos casos también por encontrar la capacitación necesaria para ejercer una función.

El compromiso dentro de sus muchas definiciones se ha dicho que es “la fuerza relativa de identificación y de involucramiento de un individuo con una organización”.

En algunos libros de management se determina como factor fundamental para el desempeño, que relaciona la voluntad de las personas con su capacidad y que es un paso más allá de la motivación. Sin este último factor el compromiso se convierte en obligación y es así como se sienten algunas personas con sus empleos, obligados con los mismos a cambio de una remuneración.

En cualquier caso, para estar comprometidos hay que tener herramientas y desde mi opinión es imposible  conseguir el mismo si no le ponemos disciplina, método, tiempo y por supuesto emoción.

Sin la emoción y la motivación, entiendo que es muy difícil que después de casi 200 kilómetros  pedaleando, alguien tenga las fuerzas suficientes para escaparse de sus perseguidores y coronar un puerto de categoría especial como el de la Madeleine.

Y ahí tenemos a los dos, buscando su objetivo y  a diferencia de sentirse obligados a ganar, la libertad de decisión de estar ahí les hace estar comprometidos con la victoria. Cuando nos sentimos obligados y  fallamos nos surge el sentimiento de culpabilidad y ello nos paraliza y nos convierte en víctimas de  nuestros errores, sin embargo cuando nos sentimos comprometidos, al ser libres en nuestra elección cuando fallamos nos hacemos  responsables de los mismos y ello conlleva tener capacidad de acción y de solución de los fallos o errores.

Esta es otra diferencia entre compromiso y obligación, en el compromiso basamos nuestras acciones en la búsqueda de la excelencia, los fallos o errores son oportunidad de aprendizaje, en la obligación nos basamos en la exigencia de los resultados y los fallos o errores son fracasos imposibles de solventar.

Otro punto mediante el cual podemos diferenciar si estamos obligados con nuestros objetivos, o por el contrario comprometidos con los mismos, es el sentimiento de sacrificio o de esfuerzo al que nos enfrentamos cuando tenemos que actuar frente a ellos.

No tengo su respuesta, pero creo que si les preguntáramos tanto a Contador como a Schleck, e incluso al resto de los corredores que conformaban la lucha por buscar un nuevo líder de la carrera, si su espíritu es de sacrificio o de esfuerzo cuando están en el ascenso de la Madeleine me atrevo a aventurar que contestarían al unísono que para ellos estar encima de una bicicleta pedaleando y luchando con las inclemencias del tiempo y de los % de desnivel, es algo que les supone un esfuerzo y no un sacrificio, ya que es parte de la consecución del reto.

Ellos analizan cual es el coste y cuál es el beneficio que conlleva todo desarrollo de un reto, si el beneficio es superior al coste de su esfuerzo, entonces están en consonancia con su reto.

Recuerdo que un exdirector de RRHH, hoy se dedica a otras funciones dentro de su organización, presentó en una ponencia una pirámide de compromiso, basada en la de Maslow, en ella se partía de un primer escalón donde las cosas se hacen porque se consideran útiles, la consecuencia es que nos retribuyen por ellas.

En un segundo escalón las cosas se hacen porque nos compensan y recibimos reconocimiento por los resultados.

En un tercer escalón se hacen porque nos satisfacen y el resultado es que hacemos las cosas cada vez mejor.

En un último estadio hacemos las cosa porque estamos motivados por la realización de las mismas, es en ese momento cuando hacemos nuestros los objetivos o retos y desde ahí nace el compromiso.

Mientras pensamos en ello nuestros protagonistas cabalgan de nuevo en sus bicicletas camino de su objetivo y  a nosotros “… siempre nos quedará París”.

Publicado en RRHHDigital el 16/07/2010

1 thought on “Dos hombres y un destino”

  1. La motivación y el compromiso no siempre se encuentran en la misma senda y ambos dependen tanto del empleado como del directivo. Quizá el punto de encuentro habría que buscarlo en la estrategia y en los objetivos, si estos conceptos no están claros es complicado que las organizaciones avancen.

    Siguiendo el símil del ciclismo de José Manuel,todos los participantes saben cuál su objetivo pero si no tienen clara la estrategia, alcanzar la meta les resultará más complicado.

    Creo que las organizaciones necesitan tener claros unos objetivos y definida una estrategia. Si a esto añadimos motivación, trabajo en equipo, liderazgo e ilusión por el trabajo bien hecho, el compromiso viene solo. No tengo la receta para conseguir que este plato sea un éxito, de hecho pocas empresas la tienen. Las que están más cerca de conseguirlo se lo deben a una estructura muy horizontal que contagia liderazgo y autonomía al mismo nivel. En las empresas excesivamente jerarquizadas aunque el objetivo esté muy claro, la estrategia es dificil de mantener cuando dar un paso adelante supone una serie de procesos que ralentizan la consecución de resultados.

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