Propósitos

En septiembre parece que todo comienza de nuevo. Después del paréntesis veraniego, siento la necesidad de reinventarme, de cambiar y de acercarme al modelo deseado. Para ello busco en el baúl de los viejos propósitos y saco de nuevo aquello que año tras año intento y al final acabo por abandonar. ¿A ti no te ocurre lo mismo?

 

Seguramente esto lo repetimos también en nuestro entorno profesional que no es diferente del personal. Nos decimos que a partir de ahora trabajaremos de una manera más organizada. También que vamos a estar más cerca de nuestros equipos, a escuchar más, dar menos recetas y un largo etcétera . ¿Para qué me embarco en algo que me acabará por producir  frustración cuando lo abandone?,¿Para qué me esfuerzo y disciplino en poner en marcha nuevas acciones? Con lo que cuesta cambiar todo aquello que esta tan arraigado y funciona en piloto automático!, ¿no te parece?

 

Al final como cada septiembre acabaremos por abandonar una gran parte de lo que pusimos en marcha y para liberar la frustración, buscaremos explicaciones que nos tranquilicen y nos hagan sentir mejor. A nivel personal esto es fácil y sólo hay que desplegar los muchos recursos acumulados a lo largo de los años: “Ya lo haré más adelante”; “Cómo estoy, estoy bien”; “Con lo conseguido tengo bastante”; “Hay otras cosas más importantes de las que ocuparme ahora, ya lo haré en otro momento”. Si nos referimos al entorno profesional entonces las excusas tomarán la forma de “los otros”  que son un blanco más fácil.

 

Sabemos que tenemos que cambiar, que hay cosas que es preciso incorporar, hacer de manera diferente. Sin embargo cuando se nos obliga a cambiar, a incorporar un nuevo comportamiento y a desprendernos de un viejo hábito, cuesta un Potosí y no suele funcionar. A pesar de esto, en las organizaciones nos empeñamos muchas veces en hacer que los cambios se implanten de aquella manera; “esto es lo que hay que hacer a partir de ahora, así es como hay que hacerlo y aquí tienes las herramientas y procesos que te van a ayudar”. Después de esto, esperamos tranquilamente que los cambios se produzcan y comenzamos a impacientarnos tan pronto como los resultados no acompañan.

 

Sabemos que romper con lo aprendido es una ecuación donde se combina mucho la paciencia y la constancia. Sin embargo, olvidamos con frecuencia que hay trabajar con las personas para que descubran y respondan a la pregunta del para qué voy a hacerlo, cuál es el “beneficio” que voy a conseguir  y qué tengo que “pagar”, ¿me merece la pena?. También necesitamos a alguien que este cerca de nosotros que sea capaz de entender las emociones por las que todos transitaremos durante el camino. Sabemos que habrá malos momentos que nos harán dudar.

 

¡Que esta vez tus propósitos lleguen a buen puerto!

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