LA VIDA ES CRISIS


Llevamos más de cuatro años hablando de la crisis y lamentándonos continuamente de sus devastadores efectos. No voy a hablar de la crisis, de lo que todos entendemos por crisis; me aburre soberanamente.

Me apetece hablar de un concepto de crisis mucho más global. La vida es crisis, independientemente de cuál sea la situación económica del país, del continente o del mundo. Permanentemente, cada uno de nosotros, tenemos temas que resolver, retos que afrontar, situaciones que queremos cambiar, etc.

La vida es algo a lo que tengo que adaptarme. No parece posible que la vida se adapte a mi; ya me gustaría. ¿Quiere decir esto que tengo que aguantar con lo que me venga y que “ahí me las den todas?. En absoluto, todo lo contrario.

No puedo disponer qué va a ocurrir, pero sí puedo decidir cuál va a ser mi actitud ante una determinada situación, saber cómo quiero enfrentarme a ella y cómo quiero que me afecte. No puedo elegir la dirección del viento pero si puedo manejar las velas y dirigirme hacia donde quiero ir yo y no a donde me lleve el viento.

Todos tenemos alrededor nuestro personas con una determinada adicción emocional. Me refiero a los que se han apalancado en una emoción y son adictos a ella. Por eso hay personas positivas y personas negativas.

¿Os suena “es que todo lo malo me toca a mí”, “no salgo de una desgracia y ya me llega otra”?. Algunas personas se “aparcan” en esa situación, seguramente, porque desconocen que el problema no está fuera sino dentro de ellas. No saben que sus creencias no les permiten utilizar al máximo su capacidad real para afrontar esas situaciones porque piensan que la vida es así y no hay nada que hacer.

Recuerdo una conversación con una persona con adicción emocional negativa a la que le comentaba que ante una desgracia, eres tu quien decide convertirla en tragedia y destruirte anímicamente, o enfocarlo desde la normalidad y no permitir que la situación te maneje a ti, o, incluso verlo como una oportunidad de la que puedes salir reforzado. En definitiva, depende de lo que TU quieras que ocurra.

Su respuesta fue fulminante: “¡Qué tonterías dices!. Si me ocurre una desgracia no puedo evitar caer en una profunda tristeza porque eso es lo normal (pedazo creencia) y si no, es que no tengo sentimientos (otra).

Le hice algunas preguntas: ¿Conoces a alguien que ante una desgracia reaccione de forma distinta?, ¿Cómo?, ¿no es normal lo que hace?, ¿tiene sentimientos?

Llegó a la conclusión de que, efectivamente, había personas que encaraban las situaciones negativas con un espíritu que les ayudaba a superarlo, pero terminó diciendo que cada uno es cómo es (más creencia) y que él era así (otra).

Se trataba de una simple charla entre amigos y no de una sesión de coaching, por lo que me limité  a exponerle que reflexionara si el problema estaba dentro o fuera de él.

Le ofrecí algunos conceptos que podrían ayudarle a la reflexión:

  • Las cosas malas no nos pasan a nosotros, sencillamente, pasan.
  • La gente descubre sus fortalezas sólo cuando se enfrenta a situaciones graves.
  • No podemos cambiar el mundo, pero si podemos cambiarnos a nosotros mismos.
  • Es la acción la que crea resultados. Si no hago nada, no consigo nada.
  • Si no tenemos un propósito, estaremos perdidos en la vida.
  • El valiente no es el que no tiene miedo. Es el que no huye de él y lo domina.

La vida es crisis y, precisamente por eso, debemos afrontarla con una actitud positiva que nos permita superar las dificultades con el ánimo y la emoción con las que queremos vivir la vida.

 

 

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