“No me sé vender”, ¿patraña o realidad?

En el mes 4 del año, no sabría precisar las docenas de veces que he escuchado en mi trabajo a alguien decir “no me sé vender” o “es que yo no sé vender”. Si hago memoria, yo también vengo de ahí. Reconociendo una pizca de verdad en cualquier estereotipo… ¿qué nos diferencia en este sentido a los españoles de los italianos, por ejemplo? Mi muestra de datos para extraer una generalización es ciertamente muy poco representativa, pero sus resultados son absolutamente contundentes: el proselitismo italiano de lo propio contrasta con la autocrítica del español medio cuando sale al extranjero.

Ya, ya sé que cualquier generalización es errónea por definición, pero creo que esta es defendible. ¿Tú no?
Qué narices nos pasa a muchos españoles con nosotros mismos y con nuestra historia, que somos incapaces de sentirnos orgullosos de lo que somos… ¡y de contarlo! ¿Tiene esto algo que ver con los conflictos a nivel personal de “venderse” en una entrevista de trabajo?

Nos pasamos el día recomendando las películas o series que nos han gustado (venta), contamos las maravillas del restaurante en el que se come “la mejor tortilla de patata” de España (venta), queremos convencer sobre el destino vacacional del momento (venta), defendemos nuestra marca de móvil como la mejor, o las bondades de nuestra última tablet-pc (venta)… Nos encanta que todas esas cosas y lugares hablen de nosotros, de nuestro buen criterio al elegir. Recomendamos a otros para construir nuestra marca personal con credibilidad. Y lo hacemos con el fruto del trabajo de otros, ya sean cineastas, cocineros, tecnólogos, etc. Pero cuando quiero recomendarme a mí mismo frente a otros… “es que yo no me sé vender”. ¿Acaso no creemos en nuestra marca? ¿Quizá el famoso y ancestral sentimiento de culpa católica nos persigue? ¿Nos da apuro destacar por no convertirnos en el blanco de otros? ¿Una combinación de todas las anteriores?

No tengo la respuesta correcta, pero no la necesito para apostar por la necesidad de perder el pudor en hablar bien de uno/a. Manifestar social y abiertamente las virtudes personales me parece un ejercicio de aprecio y autoestima, de cariño hacia uno mismo. Puede considerarse incluso una muestra de la calidad de nuestro diálogo interno, tan dañino cuando se descuida.

Hablarme a mismo bien, al igual que hablar bien de mi con otros desde la asertividad objetiva, tiene efectos muy positivos de acuerdo a la corriente de psicología positiva de Martín Seligman (U. Penn, https://ppc.sas.upenn.edu). Es una forma de cultivar las emociones positivas en el día a día, que contribuye a mantener relaciones de más calidad con terceros, que a su vez fomentan la empatía, el altruismo y la pertenencia. Ya, ya sé que son palabras de trazo grueso, pero en el terreno de los conceptos, parece incuestionable que quien se quiere a sí mismo y aprecia a su prójimo, estará siempre más cerca de la felicidad de quien se maltrata en su diálogo interno y agrede verbalmente a sus congéneres.

¿Cómo cultivar la mejora de la relación con uno mismo? A continuación se describen algunos aspectos a evitar / trabajar para cualquier persona que asuma la responsabilidad sobre su felicidad:

1. Tomar el todo por la parte: como mi primo Pepe, que es ingeniero, tiene miedo a volar… todos los ingenieros tienen miedo a volar.

2. Estancarse en vivencias pasadas frustrantes y repetir la historia: de pequeño, jugando a los bolos con mi familia, ganar la partida dependía de mi y mandé la bola al carril. Ahora, cada vez que estoy en esa situación, sé que la voy a fastidiar.

3. Personalizar lo malo que dicen en mi: escucho a alguien diciendo que hay personas que son muy egoístas y que tratan de ocultarlo a toda costa, y yo pienso que se está refiriendo a mí, aunque no me considere una persona egoísta.

4. Tomar las opiniones propias como verdades absolutas: en mi oficina, todos van a lo suyo. Todos… siempre… sin ninguna excepción.

5. Mi felicidad depende de otros: ¡es que no me dejan ser feliz! Entre mi madre, mi jefe, mi pareja… estos políticos que sólo velan por sus intereses… el mecánico del taller… no puedo estar tranquilo ni un instante.

6. Maniqueísmo: o estás conmigo o estás contra mí, o actúas bien o actúas mal… es una visión profundamente limitante que predispone a emociones negativas con más frecuencia de la necesaria.

7. Empecinarse en tener razón: parafraseando a Marshall Rosenberg, “¿qué prefieres? ¿tener razón o ser feliz?”

¿Quieres quererte? Pues si estás en búsqueda laboral, mi sugerencia es que empieces por hablarte mejor a tí mismo, reconocer tu valía y contárselo a terceros como si de la mejor serie del momento se tratara. Conecta con tu valor y sacúdete tus dudas sobre tí. Hoy puede ser el primer día del resto de tu vida.

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